DE TODO CORAZÓN

UNA FORMA DE VIVIR EN CLAVE DE JAZZ
Texto de Santiago Alcanda

Cafetería del Circulo de Bellas Artes, Madrid, frente a la calle Víctor Hugo, bocacalle de Gran Vía, según parte de Alcalá. Pedro Ruy-Blas lee el periódico, levanta la mirada, sonríe, nos abrazamos y nos ponemos a hablar como buenos charlatanes sobre la vida, la música, la locura y sobre su nuevo disco. “Lo quería llamar Spanish Harlem porque es un disco muy negro de canciones clásicas de siempre, auténticos estándar de la música en España, melodías que reposan en el inconsciente colectivo de cuatro o cinco generaciones de españoles. Y sólo he pretendido extraerles el poquito de blues que pueda haber dentro de ellas pero sin forzarlas, sin melismas que exageren su fondo blusero. Es un disco de cantante de jazz con estándares a lo americano, hecho con músicos que sienten, como yo, que el jazz es una forma de vivir y viven con respeto a ese principio.

¿Un disco equilibrado?, ¿reposado? Pedro nos explica que ha querido alejarse de la epidemia que padecemos, del exceso de melismas exagerados, constantes tan en boga. Por eso, nos canta estas melodías familiares con sobriedad y hondura a la vez y, al eludir gorgoritos y demás florituras vocales, su voz sale proyectada clara, fina, tenue, como una trompeta nocturna de Chet Baker o un lamento agudo de Miles Davis. Pedro puede cantar lo que quiera, por peteneras si se tercia, y feeling le sale por cada poro de su piel, de modo que, una vez más, optó por ponérselo difícil, y aceptó su reto propio de mimar las canciones, nota a nota, palabra a palabra, modulando serenamente, flotando sobre las cadencias, viviendo las canciones, su esencia. Sin pretensiones vanas.

El resultado sobrecoge. ¡Qué barbaridad! Los niños de todos los colegios de España deberían impartir durante su asignatura musical sesiones frecuentes de este disco para asimilar con total naturalidad lo básico, los fundamentos de una canción, de ese flechazo amoroso, mágico que se da entre una letra y una partitura. Es un disco de jazz, sí, pero abierto, directo, sencillo y, se prefiere la adjetivación, fácil, muy fácil. Será complicado que esto lo entiendan muchas cabezas pensantes de medios institucionales o de comunicación. Pedro lo sabe muy bien y nada puede hacer al respecto salvo seguir su camino y hacer la música que y como le pide el cuerpo, lo que sale de sus entrañas. Así suenan estas canciones. Y cuanto más se escucha, el bello se pone de punta y la carne de gallina una y otra vez. Es alucinante. Pincha cualquier tema. Da igual. Escoge. ¿El corte cuatro? ¿16 Toneladas?

16 Toneladas / Sixteen Tons El saxo, el bajo y el piano arrancan en un tempo de suspense, medio tumbado, y la voz de Pedro, seguida por el gemido de la armónica, nos empieza a involucrar, a sensibilizar con una historia real como la mismísima razón de ser del blues. Es una versión fiel a la adaptación primera y solemne del gran crooner barcelonés José Guardiola, quien a su vez había interpretado de manera fidedigna en un castellano escrito por él “este canto a la batalla minera en Estados Unidos, en los tiempos de aquella terrible explotación... una canción reivindicativa... blues del siglo veinte, de la post-revolución industrial... Guardiola la adaptó de maravilla y nos hizo a todos chascar los dedos con ese ritmillo tan negro allá por 1959”.
Sí, y cómo funciona dramáticamente este blues en español y en inglés... Esta grabación es también un homenaje a la figura del adaptador de textos que tanto brilló en los años pioneros del rock, en los tiempos de explosión de la música anglosajona, francesa e italiana, cuando solistas y grupos españoles (Mike Ríos, Bruno Lomas, Los Brisks, Lone Star, Los Mustang, Raphael, Karina, etc) hacían sus versiones o los foráneos (Charles Aznavour, Adriano Celentano, Sandie Shaw, Mina, Rita Pavone, Mireille Mathieu, Domenico Modugno o Iva Zanicchi) grababan sus éxitos en español. Un tributo al propio José Guardiola, a Germán Bueno, el hombre que castellanizó el éxito del francés Johnny Halliday A los que hirió el amor, a Toro, Valdés, Moncada y tantos otros.
De modo que este disco son canciones de nuestra Historia entre 1950 y 1980, un tipo de repertorio nada habitual entre los revival que tanto se frecuentan y que, según Ruy-Blas, representan la esencia artística de lo que luego, de mediados de los 70 en adelante, se ha repetido con fórmulas de escasa calidad melódica o de fondo. Temas de Gelu, Los Bravos, Los Canarios, Ana Belén-Suburbano, Dyango-Augusto Algueró, Consuelo Velásquez, Joan Manuel Serrat...

 

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DE TODO CORAZÓN.  ------  2003
Hay músicos que poseen una  gran sensibilidad,  y existen músicos que hacen gala de una envidiable  inteligencia. Encontrar   un cantante que cuente con  ambas armas es difícil, hay que buscar con ahínco, remover bien entre los estantes, entre esos escaparates de cuerpos 10, tintes y sombras,  pero no es imposible. Si no se posee ninguna de estas dos virtudes, lo normal es que resulte un milagro crear un gran disco. Otra cosa es venderlo. Para eso está el marketing, para convertir en agua milagrosa productos mediocres, banales, rimbombantes, pretenciosos, oscuros  e incluso cutres. Las listas de éxitos y los top manta están llenos de ejemplos de todas estas máquinas defectuosas engrasadas para convertir en superventas cualquier zarandaja orquestada por largas y jugosas campañas publicitarias. ¿Que por qué salgo con esto para hablarles de un disco de Pedro Ruy-Blas? Pues porque me consta que detrás de este magnífico disco, lleno de sensibilidad, inteligencia y cosido  por hilos híbridos de mil procedencias, no hay ninguna campaña de grandes dimensiones que lo dé a conocer al quizá injustamente llamado “gran público”.

¿Por qué un ejercicio brillante de mestizaje cultural y musical  debe permanecer oculto a ese público? Este modesto y pequeño altavoz, esta reseña está también condenada al selecto grupo de lectores que deambulen con mayor o menor hábito por el ramaje  de esta página web. “De todo corazón”, el nuevo disco de Ruy-Blas es eso, una especie de árbol de grandes ramas de las que cuelgan canciones que marcaron musicalmente a varias generaciones de españoles. Este madrileño las ha seleccionado con el cuidado de un restaurador y las ha bañado en jazz y blues antes de ponerlas sobre la mesa de los comensales.  Para llevar a cabo este trabajo hay que tener esa sensibilidad y esa inteligencia a las que me refería al inicio.  Y eso no está al alcance de cualquiera.  Detenerse a escuchar estas canciones es una inversión que no tardará en convertirse en hábito. El Mediterráneo de Serrat es tratado por la voz y los arreglos de Ruy-Blas con tal respeto y cariño que cautiva y desarma a los ortodoxos seguidores del propio cantautor catalán. No cabe la menor objeción. No es una adaptación, sino un modo de entender y vivir la pasión por la música. Se nota, se evidencia un culto y una admiración sin límites por esa canción. Es una versión viva, contundente, idónea para escuchar en penumbra, en la intimidad. El piano de Horacio Icasto es el lujo de la soberbia, de una soberbia musical irrefrenable. El sonido de su piano es parte importante de este disco, muy importante. Y así, una tras otra, van sucediéndose esas páginas musicales reconstruidas con sencillez, con el cuidado de un arqueólogo, por más que ninguna de estas partituras esté muerta ni lleve tiempo en el olvido.

“Black is black”, el gran éxito de Los Bravos,  ha recibido  en esta  recreación de Ruy-Blas la inspiración del blues. ¡Con qué sencillez cautiva esta voz! “Sixteen tons” ha vivido  en sus carnes desde su creación por parte de Merle Travis un sinfín de versiones (hasta nos vendieron la SEAT Trans con esta pegadiza canción). Ruy-Blas se ha acordado de ella. Alternando el inglés y el castellano, recrea la realidad de muchos trabajadores que hoy se dejan la piel por sueldos miserables: “I owe my soul to the company store”, gime, canta el protagonista de esta historia convertida en bucle irremediable de nuestra vivencia laboral.

¡Y qué decir de La Puerta de Alcalá!, tratada con devoción y brillantez en una versión exquisita. La canción que popularizaron Ana Belén y Víctor Manuel figura en  este disco con una interpretación que sobrecoge. De nuevo el piano de Icasto magnifica el sentimiento vocal de Ruy-Blas. “Mona Lisa” es prácticamente una fija de sus veladas en los clubes de jazz. Comenzó a cantarla siendo un crío. Ya entonces su piel musical comenzó a oscurecerse. No podía faltar en la selección de canciones que nos muestran una época de la historia musical de nuestro país. “Get On Your Knees”, un éxito de Los Canarios (grupo del que formó parte Pedro Ruy-Blas sustituyendo al obligatoriamente militarizado  Teddy Bautista) ha pasado también por la factoría Ruy-Blas.

“Amar y vivir”, “Cuando la vi”, “Eres diferente”, “Alma, corazón y vida”, “Tú, mi delirio” son otras de las canciones de este “De todo corazón”, que muestra en el título la herramienta principal con la que se concibió y se dio vida a este nuevo trabajo de un ilustre. Un ilustre del jazz español que no le debe nada al marketing.  Juanjo Talavante

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